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Capítulo 18.- Moscú

Todo empieza aquí, me dijo Gonzalo, sentados a la mesa y con esta foto por delante.

“Sólo reconozco a Santiago Ramón y Cajal”, le dije y me señaló a la mujer que, de pie, posaba a la derecha de la foto con bata blanca: es Enriqueta Lewy Rodríguez, la hermana de Irene Falcón, la secretaria de la Pasionaria. Me contó que su abuelo, José Fernández-Turégano, había colaborado con Cajal y que había entablado con Kety, así se conocía a Enriqueta, una buena amistad. Años después, don José viajó a la URSS. Allí se encontró con Kety y con su hermana. Conoció no sólo a Irene sino también a Dolores Ibárruri, Pasionaria.

Tras la restauración del la democracia en España, Pasionaria se instaló en Madrid y mantuvo frecuentes encuentros con don José y con Cristina Ferrand, su mujer. Me dejó muchas fotos y correspondencia con Moscú, sabiendo ambos que la investigación de por qué don José fue a Moscú en plena dictadura no iba a ser fácil.

Pero vayamos por partes.

Cuando volví a Sevilla y en el viaje también, me surgieron muchas dudas, algunas de las cuales aún persisten, pero empecé a investigar a estos personajes. Pensé que de don Santiago Ramón y Cajal me sería fácil encontrar suficiente información, de Fernández-Turégano conocía su historia; la piedra angular debía ser Kety, por ella empecé.

Al hacer una búsqueda simple en Google me enteré de que ella había publicado varios libros sobre Cajal y me propuse conseguirlos. El primero fue uno publicado en la “Colección Austral” en 1977 titulado “Así era Cajal”. En la presentación que se hace de Enriqueta se puede leer:

Completada la lectura, descubrí muchos aspectos que de Cajal desconocía, pero nada que hiciera referencia a José Fernández-Turégano. No obstante, me resultó no sólo amena sino gratificante y parece que a don Luis Ramón y Cajal, hijo del Premio Nobel, también. Reproduzco parte de lo que en el Epílogo escribe:

“…es la más auténtica de las biografías que se han publicado ya que la mayoría de los autores no tuvieron oportunidad tan continua como ella para conocerle tan de cerca”

“…Ketty fue secretaria de mi padre y bibliotecaria del Instituto Cajal durante más de diez años. Por lo tanto, ha podido percibir con conocimiento de causa, las cualidades humanas de mi padre: su modo de pensar, su sencillez, su humanidad y, en definitiva, toda su personalidad”

Que Kety era hermana de Irene Falcón no lo sabía y de Irene sólo que fue la eterna colaboradora de Dolores Ibárruri, “Pasionaria”, pero casi nada más. Me propuse conocerlas por dos motivos: uno por aquello de la “cultura” y otro por buscar a don José Fernández-Turégano.

Sin dificultad descubrí el libro “Asalto a los cielos” de Irene Falcón y decidí leerlo. Que estaba en las bibliotecas ya lo suponía, pero a mí me gusta hacerles anotaciones; soy “de ciencias” y mi padre, que también lo era, me enseñó a estudiar con “papel y lápiz”. La búsqueda resultó infructuosa; el libro estaba agotado. Vi que para escribirlo la autora había contado con la colaboración de Manuel Jiménez y Jesús Montero y, casualidades de la vida, encontré a dos amigos que me facilitaron el teléfono y el correo electrónico de uno de ellos, y le escribí. Tras explicarle mi propósito, le pedía que me facilitara, si podía y la tenía, cualquier información sobre don José, ya que pensé que de él se habría podido hablar en las conversaciones con Irene. También le pedía consejo de cómo conseguir el libro, aunque yo no desvanecía en el intento.

A la espera de su contestación, que hasta la fecha no se ha producido, encontré un ejemplar en una librería francesa y lo pedí. Al cabo de algún tiempo lo recibí como un buen regalo de Reyes y por fin pude hacerles las anotaciones oportunas. Fue en sus páginas donde, por la voz de Irene, pude conocer la historia de ambas hermanas; os hago un resumen.

El 27 de noviembre de 1907 nació en el barrio madrileño de Chamberí, llamándose legalmente Irene Carlota Berta Lewy Rodríguez. Su padre se llamaba Sigfrido, aunque todos lo conocían como Federico. Su madre, Carmen Rodríguez Núñez. Su hermana mayor, Carmen, le llevaba dos años y “siempre fue un caso aparte“. Falleció en Tánger en 1994 a los noventa años de edad. También trabajó con Negrín – que fue Catedrático en la Facultad de Medicina “San Carlos” de Madrid y después Presidente del Gobierno en la República – como bibliotecaria del Decanato de la Facultad de Medicina y quizás eso, además de ser una “Lewy”,  influyó en su encarcelamiento en la Dictadura Franquista. Era, según palabras de Irene, muy distinta a ella y a su hermana Kety, dos años menor que Irene.

Fue la hermana no comunista y, sin embargo, le tocó pagar los platos rotos por ser una Lewy Rodríguez. Ella que se había quedado en España en el 39 convencida de que, al no haber participado nunca en política, no tenía nada que temer, la encarcelaron en Las Ventas bajo la peligrosa acusación de ser mi hermana. Allí le tocaría presenciar la “saca de las treces rosas el 15 de agosto de 1939, nos cuenta Irene. De la cárcel salió para Tánger donde falleció a los noventa años.

Las tres hermanas hicieron sus estudios en el Colegio Alemán de Madrid; Irene a los tres años de edad en el kindergarten y después, hasta completar el bachillerato alemán, en el mismo centro. Tras los tres años en el kindergarten ya hablaban alemán y español y muy pronto, en el mismo colegio empezaban con el inglés y francés. Es interesante la defensa que hace Irene de ese sistema plurilingüe “los niños aprenden los idiomas con total naturalidad“.

En 1913 fallece el padre, dejando viuda a la madre con treinta y tres años. Su familia era hebrea, pero emigraron a Alemania donde gozaban de buena situación económica, “eran intelectuales, profesionales y muy alemanes de cultura”, relata Irene en su libro.

Todo lo perdieron en la guerra de 1914 y toda la familia alemana desapareció con el nazismo. La situación económica de Carmen y sus tres hijas era lamentable y tenía, heredada de su marido, dice Irene, “la obsesión de que sus tres hijas estudiaran y trabajaran“. En tal situación económica la continuación de los estudios en el Colegio Alemán peligraba, pero la madre consiguió del director las becas correspondientes para que continuaran en dicho centro y realizar todo el bachillerato en alemán, obteniendo, tras el examen correspondiente, el título de bachiller.

El director del colegio le dijo a la madre que el Instituto Cajal le había pedido una persona que supiera idiomas y escribir a máquina. Irene se presentó y, admitida, comenzó a trabajar de bibliotecaria con el Premio Nobel de Medicina de 1906. “En septiembre de 1922, sin haber cumplido 15, comencé a trabajar bajo las órdenes directas del Director del Instituto de Investigaciones Biológicas, el doctor Santiago Ramón y Cajal, con quien colaboré sin interrupción hasta mediados de 1925, Cajal ya se había jubilado de su función docente en San Carlos“. Irene pudo hacerse cargo de gran parte de la economía familiar con “las 166 pesetas con 66 céntimos que ganaba“.

Habla Irene de los profesores que trabajaron en el Instituto; del doctor José María Villaverde, “murió en la barbarie de la guerra, iba con los fascistas“. De Rafael Lorente de No, de Fernando de Castro, de Francisco Tello, el subdirector y después director tras la muerte de Cajal,  “…todos esos científicos sufrieron las represalias de Franco, a muchos los destituyeron y a todos les fue bastante mal“, nos cuenta ella.

De todos ellos estoy buscando relación con don José Fernández-Turégano que, no olvidemos es el sujeto de mi estudio. Yo tenía en la cabeza a la que he llamado piedra angular de mi estudio: Kety, y es Irene la que me dio una buena pista. “…También el doctor Carlos Gil y Gil, quien, a pesar de que fue mi hermana (Kety) la que trabajó con él, me demostró su amistad hasta el punto de que, a finales del año 1971, cuando Kety pudo volver a España, se interesó por mí…”. La conclusión era evidente y el dato fundamental: Kety regresó a España en el año 1971, en plena dictadura. Cuando os cuente la trayectoria de Kety, veréis la importancia del dato y el fundamento de la hipótesis en la que ando inmerso.

Otro dato importante para mi fin también me lo cuenta Irene: “…Don Santiago no me podía poner como bibliotecaria titular y me puso como becaria con la idea de hacerme más tarde funcionaria del estado, como luego hizo con Kety“. Es decir: cuando Cajal fallece en 1934, Kety era ya funcionaria del Estado. Este dato, y ya veréis por qué, también es muy importante para mí.

Sigamos con Irene.

Doña Carmen, su madre, alquilaba habitaciones de su casa para sobrellevar la economía familiar y “…cuando tenía doce o trece años, Cesar Falcón comenzó a venir como huésped de mi casa“. César Falcón era quince años mayor que ella, tenía treinta años. “Había tenido que salir de Perú en 1919 porque el periódico que había fundado, “La Razón”, fue clausurado a los pocos números por el Gobierno del presidente Laguía (dictador Laguía diría yo) por haber definido a los miembros del Parlamento de personal senil y claudicantes. Fue embarcado desde el puerto de El Callao junto con José Carlos Mariátegui, con quien había fundado el Partido Socialista de Perú”. Tras un periplo por Nueva York y París, César llegó a España y Mariátegui marchó a Italia.

La relación entre César e Irene se iba incrementando día a día. César la llevaba a tertulias, teatros, cafés y conciertos; le enseñó el Madrid progresista y cultural de la época. César se fue a Londres como corresponsal de varios periódicos y tras varios intentos fallidos, Irene, ayudada por José Venegas, compañero de César en “El Liberal”, se fuga a Londres vía París donde ambos se encuentran. Nos cuenta Irene que “…al llegar a Londres, como probablemente habían recibido la denuncia de mi familia, la policía inglesa nos detuvo porque se había fugado con una menor”. César gozaba de prestigio profesional y era conocido por aquellas tierras, lo que contribuyó a que la misma policía, nos cuenta Irene, les aconsejó que se casaran. Al no contar con el permiso materno, el policía les indicó que se fueran a Escocia, donde había entonces y no sé si sigue habiendo, una ley de esas de la Edad Media, por la que se permite el casamiento de los hombres a partir de los catorce años y de las mujeres a partir de los 12 sin necesidad de contar con el permiso familiar. Marcharon a Edimburgo y se casaron. Ella, siguiendo las normas inglesas, tomó el apellido del marido. A partir de entonces pasó a llamarse “Irene de Falcón”. Años más tarde, según nos cuenta, suprimió el posesivo “de”, pasando a llamarse Irene Falcón.

El 18 de mayo de 1926 nació su hijo Mayo, al que conoceréis en las fotos con Cristina y Pepe que en su momento os mostraré.

Para terminar con Irene sólo un par de comentarios más. Cuando la pareja se separa, o quizás antes, César tiene una hija con una mujer inglesa de nombre Ada O’Neill. Esa hija es la famosa abogada y escritora feminista catalana Lidia Falcón. Nos cuenta Irene que, curiosamente, la mujer de Mayo se llama también Lidia. Ya conoceréis su letra en las cartas que enviaban a Cristina y Pepe desde la antigua URSS.

Aprovechando que Lidia Falcón tiene un blog donde se le puede enviar mensajes, le envié uno en el que le pedía, dada mi investigación, que si me podía facilitar alguna forma de ponerme en contacto con Mayo, su hermano de padre, o con algunos de sus descendientes. A la espera estoy.

Cuando Irene deja de trabajar con Cajal, éste  decide no cubrir la vacante hasta que Kety terminara sus estudios en el Colegio Alemán y poder ocuparla. Kety trabajó con Cajal desde el año 1925 hasta la muerte del Nobel en 1934 y se ha convertido en su mejor biógrafa. Antes de seguir, permítanme recomendar la lectura del libro “Asalto a los cielos” (ISBN 84-7880-702-0). En él encontraréis un relato ameno e interesante, no sólo para aquellos que estén interesados en la historia de la Internacional Comunista, en la del Partido Comunista de España, en los inicios del movimiento feminista, sino en los interesados en la Historia. Conoceréis el papel que tuvo “Radio España Independiente, Radio Pirenaica” como “Internacional Comunista” en la coordinación de los partidos comunistas de Europa, las purgas estalinistas sufridas también en sus carnes por ambas hermanas, y un sinfín de cosas más. La lástima es que el libro está agotado y hay que rebuscarlo.

Con ellos paso el tiempo: el libro, mi pluma y mi viejo ordenador.

¿Qué relación tenía Kety con José Fernández-Turégano? Os presentaré datos y emitiré mi hipótesis que, a día de hoy, creo tener demostrada.

Fernández-Turégano era un año mayor que Kety, él nació en 1908 y ella en 1909. Cuando Kety entra a trabajar con Cajal en 1925, Fernández-Turégano, que había terminado el bachillerato el año anterior, empieza sus estudios universitarios en la Facultad de Medicina de San Carlos. Cajal se jubila como catedrático en 1922, dedicándose desde entonces a investigar en el Instituto que lleva su nombre, por lo tanto, no pudo ser profesor en la Universidad de Fernández-Turégano, el cual se licencia en Medicina y Cirugía en 1929. Que en sus años de estudiante Fernández-Turégano frecuentara el Instituto Cajal no me parece una hipótesis descabellada.

En 1930 don José es Inspector Municipal de Sanidad, médico de Asistencia Pública Domiciliaria, médico titular en Algeciras, y médico del Dispensario Antipalúdico en Puebla del Río en Sevilla, y obtiene el Doctorado en 1931, siendo alumno de Negrín.

El Instituto Cajal, creado por Decreto en 1920,fue inaugurado en 1932. Ese año Fernández-Turégano es Director del Laboratorio de Anatomía Patológica del Hospital de La Princesa en Madrid. No me resulta arriesgado aventurar que tuviera contacto con Cajal, dedicado a trabajar en su Instituto y, consecuentemente, con Kety.

Hasta 1935 Kety y Fernández-Turégano deben estar en contacto, pero ese año don José, después de ingresar en el Cuerpo Médico de la Sanidad Nacional, marcha para Peñarroya, como ya os conté en el capítulo anterior, para dirigir el Centro de Higiene de dicha localidad y Kety sigue trabajando con Cajal.

En la Guerra Civil sus caminos se separan; mientras él se había integrado en el bando que resultó ganador, ella ingresa en el PCE. La guerra la hacen en bandos distintos. En 1939, al finalizar la contienda, ella se exilia a Francia, Moscú y después en Pekín, regresando a Moscú en 1956, justo el año en el que don José Fernández-Turégano es nombrado Jefe Provincial de Sanidad de Madrid.

Fernández-Turégano realiza muchos viajes representando al Gobierno de España en múltiples congresos; ya os lo conté, y me consta, y a vosotros también os constará si seguís leyendo, que don José estuvo en la URSS al menos en los años 1966 y 1968. ¿Me aventuro al decir que se encontró con Kety y con Irene allí en esos años? ¿Qué conoció también a  Pasionaria?

Tres hechos y una hipótesis.

El primero. Dolores Ibárruri, tras su regreso a España el 13 de mayo 1977, mantuvo cordial contacto con Cristina y Pepe; de eso os he mostrado pruebas fehacientes.

El segundo: a Kety se le permite el regreso a España en el año 1971, en plena dictadura mientras que a su hermana no, habiendo tenido trayectorias políticas similares, aunque la de Irene fuera más notoria.

El tercero: en 1971 se produce una “cierta relajación” de la dictadura. Franco designa por Ley al Príncipe Juan Carlos como sustituto para casos de enfermedad o ausencia en el  extranjero y el 1 de octubre, con motivo del XXXV Aniversario de su exaltación a la Jefatura del Estado, Franco otorga una amnistía que libera a más de tres mil presos. Ya el año anterior, el 28 de diciembre, tiene lugar la Sentencia en Burgos: nueve penas de muerte, y el 30 de diciembre Franco anuncia en su mensaje de fin de año “Conmutadas todas las penas de muerte”.

Hipótesis:

Dado el prestigio profesional, la trayectoria política y sus contactos, el Doctor Fernández-Turégano influyó en el regreso de Kety a España. De lo anterior sigo buscando más documentación. Lo único que he encontrado hasta la fecha es un comentario que Irene Falcón hace en su libro “Asalto a los cielos”.

En la página 371 se puede leer: “…Algunos españoles emigrados  a Moscú ya se encontraban en España, como mi hermana Kety, que había llegado en 1971. Gracias a la ayuda solidaria de viejos amigos científicos -convertidos en ilustres personalidades-, mi hermana Kety pudo volver a Madrid, donde, con la misma ayuda, pudo reincorporarse a Documentación Científica y colaborar en la revista del CSIC Arbor”.

Si a eso unimos el documento que os muestro en el que  Enriqueta  dedica en 1973 un trabajo sobre Cajal a “mi buen amigo Pepe con sincero afecto y agradecimiento” y teniendo en cuenta que los antiguos colaboradores de Cajal están “castigados” o fuera del país, me hace ratificarme en mi hipótesis. Fue don José Fernández-Turégano el que, quizás entre otros, influyó para que Kety volviera a España en la dictadura y se incorpore al puesto de funcionaria en el que Cajal la situó.

Trabajo le tuvo que costar al bueno de don José conseguir tal fin. Kety había colaborado con su hermana Irene, y por ende, con Pasionaria.

Aun asumiendo el riesgo de desviarme algo de mi propósito, os tengo que contar, aunque muy someramente, la trayectoria de Kety en su exilio. Lo hago con el propósito de dejar constancia de que no era una de esas personas a la que “le cogió la guerra en la zona Republicana”, sino que su actitud política fue clara ingresando en el PCE, siendo por tanto una persona suficientemente conocida para la dictadura.

Su regreso a España y su incorporación como funcionaria no debió ser una labor trivial para el Doctor Fernández-Turégano.

Kety se afilió al Partido Comunista al principio de la guerra y tras trabajar en emisoras de radio la enviaron de traductora de los militares soviéticos y como acompañante al frente de periodistas extranjeros. En Barcelona trabajó en la Secretaría de Prensa y Propaganda del Ministerio de Asuntos Exteriores, que dirigía el arquitecto Manuel Sánchez Arcas.

No pretendo escribir la historia de Kety; no tengo ni datos ni tiempo y tampoco es mi propósito. Y lo que es más importante: mis entendederas me lo impiden. Sólo pretendo el objetivo que ya os he dicho.

Al finalizar la guerra civil Kety se exilia en Francia. Irene sale en avión desde Monóvar, base de la aviación republicana, hacia Orán con el propósito de unirse allí con Pasionaria. Tras un largo viaje en barco llegan a Francia donde permanece hasta que, declarado ilegal en ese país el PCE, son expulsadas al considerarlas “agentes estalinistas” y llegan a la URSS. Irene nos cuenta todo el periplo de su camino al exilio.

En la URSS Kety trabaja en Radio España Independiente, Radio Pirenaica, que actuaba como la Internacional Comunista, hasta que la paranoia estalinista les afecta y son expulsadas de sus trabajos ¿Su pecado? Cuestión de amores. Veréis.

Irene mantuvo una relación sentimental con Bredich Geminder, dirigente del Partido Comunista checo. El  Secretario General del PC checo y diez dirigentes más son acusados por Stalin de ser “agentes del capitalismo” y diez de ellos, entre los que se encuentra Geminder, son ahorcados. La purga les llega a Irene y a Kety por su posible contaminación y son expulsadas de sus respectivos trabajos.

Mal que bien subsisten en Rusia y, apartadas de las decisiones políticas, se dedican al estudio en la Universidad. Kety estudia la cultura oriental y aprende chino, además de doctorarse en la Academia de Ciencias de la URSS. Sabia decisión ya que con la intervención de Dolores Ibárruri viajan a Pekín donde tras el triunfo de Mao (1949) deciden montar una emisora para los países de habla hispánica. Les encargan ese trabajo y ambas hermanas emprenden viaje a principio de 1950.

Tras el XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS)  en 1956 y del informe de Jruschov (Nikita Khrushchev), conocido como “Informe Secreto”  en el que se denuncian los crímenes de Stalin y la represión durante la llamada “Gran Purga”, Irene, que había regresado a la URSS, es “rehabilitada como héroe“. Kety permanece en China y no regresa a la URSS hasta 1960.

Todo el proceso está detalladamente descrito en el libro de Irene al cual he hecho referencia: “Asalto a los cielos”, que, por cierto, ella nos confiesa que el título lo escogió de una frase de Karl Marx y que recientemente la he oído utilizar por un “líder emergente” de nuestro país.

En mi opinión queda suficientemente claro que Kety no debía ser una persona que el Régimen Franquista deseara tener dentro de sus fronteras; más méritos para el Doctor Fernández-Turégano.

Anteriormente comenté que don José había viajado a la URSS en el año 1966. Me baso en la carta de Natasha Ponomarenko, hija del Doctor Ponomarenko, donde le pide ayuda al Doctor Turégano para conocer a un chico o chica de España . Ella tiene 17 años y acaba de ingresar en el Instituto Médico de Poltava (Ucrania Central)

En la última reproducción aparece una fecha, 21 de agosto de 1973. Desconozco el significado de esa fecha, pero lo sustancial es que en ella se afirma que el Doctor Turégano estuvo en Ucrania en 1966, según afirma Natasha.

¿A qué fue el Doctor Fernández-Turégano a la URSS en 1966? Confieso que he buscado por donde ni se me había ocurrido buscar, pero nada encontré, y donde he preguntado, pendiente de respuesta estoy, pero seguía con mi idea inicial: a un congreso y Kety me tenía que dar la respuesta.

Me acordé de lo que un famoso personaje de la política dijo en mi presencia: “… los papeles son para leerlos”. Como estaba convencido de que en Kety se hallaba la respuesta, volví a leer su libro sobre Cajal, pero nada encontré. Decidí aparcar la cuestión hasta que llegaran vientos favorables y me dediqué a digitalizar la correspondencia con Moscú que Gonzalo me había dejado. Lo hice por lo que de terapia tiene el trabajo mecánico y cuando intentaba mejorar las imágenes obtenidas pude “leer” lo que os reproduzco. Es en el reverso de una postal que Kety envía a don José el 5 de junio de 1970 en la que encontré el hilo del principio del ovillo.

En los márgenes a mano se dice:

5. VI. 70

Abrazos de todos y míos. Kety.

Acabo de regresar del Mar Negro, lo he pasado muy bien.

Yo hablé por teléfono con él (Sixto Obrador) desde Crimea

Dos párrafos de Kety  me dieron luz.

El primero: “…al año que viene allí me tendréis“. Ya se habían conseguido los permisos pertinentes para su regreso a España. No me cabe duda de que don José algo tuvo que ver en esa “rehabilitación”.

El segundo: “… Yo sigo sin noticias de nuestro común amigo Germain. Sixto me ha dado la impresión (yo hablé por teléfono con él desde Crimea) de que ya no está tan optimista. Tú que tienes con él confianza, ¿no podrías preguntarle y que te diga con toda franqueza qué hay de real en lo de mi colaboración en su institución?

Inmediatamente me puse a buscar a estos dos señores, Germain y Sixto. Del primero no recordaba haber visto su nombre en nada de lo que he leído de la cuestión, pero Sixto sí recordaba, o al menos me sonaba, que Kety había escrito algo sobre él. Volví a leer los libros que tengo de ella y en el último adquirido, editado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas , en las páginas  de NOTA DE LA AUTORA encontré ambos nombres.

Dice Kety en la página 21: “José Germain, nuestro venerado fundador del Instituto Nacional de Psicología, en una recensión en su revista, apuntaba que “Así era Cajal” lo había escrito yo con el corazón. Era verdad. Pero…”. Fácilmente pude saber que Germain estuvo vinculado al Instituto Nacional de Psicología Aplicada y Psicotécnia como director desde 1956 hasta 1972. Deduzco que a esa Institución es a la que se refiere Kety en su carta a Fernández-Turégano.

En el mismo libro en su página 19 dice su autora: “Cuando hace unos años, empujada al ruedo por mis buenos amigos Sixto Obrador y Carlos Castilla del Pino, escribí “Así era Cajal” (Austral, 1977)…”.

El libro “Así era Cajal” lo había leído con detenimiento y había tomado notas de su contenido, que volví a repasar sin encontrar en ellas nada sobre Sixto Obrador. Decidí volver a leer el libro, pero esta vez haciendo caso de lo que dijo aquel personaje de nombre Alfonso: “Los papeles son para leerlos” y ahora yo añado: todos los papeles. En mi primera lectura  leí demasiado someramente la introducción que hace en él Carlos Castilla del Pino y la presentación por Sixto Obrador.

He cumplido el castigo y he escrito cien veces en folio en blanco y sin inclinación en sus líneas “Carlos, los papeles hay que leerlos todos”. Creo que con el novedoso método didáctico aplicado, he aprendido la lección.

Efectivamente, dice Sixto Obrador: “Conocí a Enriqueta L. Rodríguez en los últimos años de mi carrera cuando yo frecuentaba el Instituto Cajal. Ella era la secretaria de don Santiago Ramón y Cajal y estaba encargada entonces de la magnífica Biblioteca de Ciencias Neurológicas que…” 

En otro pasaje de dicha introducción se puede leer: “Pasaron muchos años y justamente en el verano de 1966, en mi primera visita a la URSS para asistir a un Congreso Internacional de Psicología, junto con otros médicos españoles y entre ellos Carlos Castilla del Pino, Francisco Llavero, José Rallo y otros, volví casualmente a encontrar a Enriqueta L. Rodríguez.”

Para mí las incógnitas han sido despejadas y la ecuación resuelta. José Fernández-Turégano, compañero de curso de Severo Ochoa, se licenció en Medicina y Cirugía en 1929 y Sixto Obrador en 1932. Es indubitado, al menos para mí, que ambos frecuentaban el Instituto Cajal donde surge la amistad con Kety. Igualmente que Fernández-Turégano asiste en 1966 al Congreso al que también asiste Sixto Obrador. Lo que no tengo tan claro es que el encuentro con Kety fuese casual. Dejémoslo ahí. Por supuesto que aconsejo una búsqueda simple de lo que de Sixto Obrador y de José Germain hay publicado en la Red.

Sigamos con la correspondencia de Moscú.

Años más tarde, en 1987, Natasha vuelve a escribir agradeciéndole al Doctor Turégano el haberle facilitado los nombres de dos españoles, chico y chica, con los que establecer correspondencia. Le adjunta una foto de su padre, el Doctor Ponomarenko.

En este caso no soy capaz de sacar ninguna información del  sobre, aunque por curioso lo reproduzco.

Si el Doctor Fernández-Turégano visitó la URSS en 1966, también lo hizo en 1968. Os dejo algunas fotos de la visita. En las dos siguientes, el segundo por la derecha es don José Fernández-Turégano.

José Fernández-Turégano (segundo por la derecha) en Moscú

El primero por la derecha es Mayo, el hijo de Irene Falcón

Según nos cuenta Irene, su familia en Rusia está compuesta por su hijo Mayo y su mujer, Lidia Cherkasova, sus nietas Irina (1952) y Elena (1954) y sus biznietos Katia, Sergio, Natasha y Valentín. El libro al que estoy haciendo continúas referencias, fue publicado por la editorial Temas de hoy en 1996.  Desconozco la evolución familiar a día de hoy, aunque están abiertas varias líneas de investigación basándonos en los nombres anteriores. Algunos de estos nombres aparecen en la correspondencia que José Fernández-Turégano y Cristina Ferrand mantuvieron con ellos. Os los presento.

Kety, Irene, Lidia y Mayo . Desconozco la fecha

En 197o siguen las felicitaciones

Siguen firmando las dos hermanas, Mayo, el hijo de Irene y su mujer Lidia

En 1972 Pepe y Cristina Ferrand reciben otra felicitación de Año Nuevo. En este caso ya no firma Kety, que se encontraba en España. Sobre la belleza de las imágenes sobran comentarios.

Otra felicitación, en este caso de Irina Zorina ¿Es Irina la nieta de Irene Falcón? No lo sé y tampoco conozco la fecha de la carta.

A don José le gustaban los sellos, los coleccionaba. Hay muchos sobres más, pero sin el contenido. He optado por  incluirlos al final de esta entrega. También os muestro una serie de fotografías de don José en Moscú, que hablan por sí solas.

Termino el capítulo con dos fotos, para mí entrañables, donde aparecen los personajes de esta historia.

En la parte superior, con camisa roja, Victoria Massotti, secretaria personal de don José. Ya hablé de ella: era huérfana de un marino republicano y a la que le debemos que todos estos documentos se hayan conservado; era un miembro más de la familia A su lado Mayo, el hijo de Irene Falcón, junto a don José. En la parte inferior: Cristina Ferrand, otras dos colaboradoras de don José, (la segunda aparece en las fotos de Moscú) y Kety Lewy.
Los mismos de la foto anterior más Irene Falcón, entre Mayo y don José.

Por lo curioso que  puede resultar, os presento la correspondencia que  don José recibió de la URSS. De la mayoría sólo se conserva el sobre. Os los muestro.

Aunque ya las conocéis, os reproduzco un documento fundamental: la felicitación de Pasionaria a José Fernández-Turégano. Lo hago para resaltar que entre dos personajes distantes ideológicamente, es posible la amistad. Ejemplo que sería recomendable para los momentos políticos que vivimos. Fijaos que tiene una “C” de “contestada”. Algún día, si soy capaz de conocer los archivos personales de Pasionaria, conoceré lo que Cristina Ferrand y Pepe Fernández-Turégano le contestaron a Pasionaria.

PD.

Como creo que sabéis lo que hasta ahora he publicado en esta web es una adaptación de lo que en su día publiqué en un Blog que hice hace tiempo.

Cuando publiqué este capítulo recibí un comentario, el cual, junto con mi contestación, os  muestro.

 

Fernando de Castro Soubriet dijo:

Su entrada contiene información interesante.
Sin embargo, todo lo referente al Instituto Cajal debería confrontarlo: hay mucho de lo que se dice aquí que está lastrado por la “autohagiografía” de Kety Lewy (he escrito bien, sí: es una hagiografía de su persona). Sobre la asistencia asidua al LIB y luego Instituto Cajal, aquí es relativamente fácil confrontar la información.
Sobre el autobombo de Kety Lewy (muy bien conectada en su vuelta a España), jamás fue secretaria de Cajal (uno de los problemas de Cajal es, precisamente, que nunca tuvo una secretaria o secretario: puede ir a las fuentes verdaderamente cercanas a Don Santiago -fuentes que habían muerto cuando la Sra. Lewy publicó sus libros, por cierto: no lo hizo antes…- o a los reportajes de prensa de la época -hay uno de 21 de julio de 1929 en ABC que es muy ilustrativo sobre estos aspectos…-), hay biografías de Cajal mucho mejores que la de esta señora (por mucho que el bueno de Don Luis la avalase -aunque no sabemos cuál es la fuente que se utiliza para ello-: si las ignoró es algo que se me escapa; si discrepaba de esas buenas biografías y trabajos sobre su padre, habría que saber bien cuál era el motivo de su discrepancia), en muchos casos se limita a re-redactar lo que escribió el propio Don Santiago en sus obras autobiográficas (si con un programa de los que existen hoy se estudiase el nivel de transcripción literal que hace Lewy en sus libros de textos de Don Santiago, sería escandaloso…), etc., etc., etc..
Actualmente, hay mucho interés por la Escuela Neurológica Española o Escuela de Cajal (o de Madrid). Dentro de sus elementos principales no se incluyen a sus dos principales objetos de estudio (ni siquiera al gran cirujano Sixto Obrador), pero le animo a que nos ayude en esta tarea consultando las fuentes verdaderas y aportando la información que tiene Vd., dejando a un lado las conjeturas cuanto antes.
Atentamente, F. de CASTRO

Mi contestación:

Don Fernando, no sabe usted cuánto le agradezco sus comentarios y me atrevería a pedirle que me dijera qué, en su opinión, debo corregir de esta entrada; lo haré con sumo gusto.

Como sin duda se ha dado cuenta, nada más lejos de mis intenciones que escribir sobre D. Santiago, sólo pretendo escribir sobre mi familia, en este caso sobre D. José Fernández-Turégano. Me interesaba conocer lo motivos de sus viajes a Rusia y, sobre todo, de su amistad con Pasionaria; también sobre sus actuaciones, si es que las hubiese, acerca de la vuelta a España de Ketty Lewy.

No dude que consultaré las fuentes verdaderas y, permítame que se lo pida: si conoce algo sobre la relación entre Ketty Lewy y el Sr. Fernández-Turégano referente a su vuelta a España, de sus viajes a Rusia o de cualquier cuestión relacionada, le estaré enormemente agradecido si las comparte conmigo.

Reciba un cordial saludo.
Carlos Sánchez de Nieva Navas

El próximo capítulo estará dedicado a Carlos Ferrand Gil, hermano de Cristina, terminando así lo referente a Carlos Ferrand López, el primogénito de Julio Ferrand Couchoud y Ana López Díaz.

Gracias por leerme

Salud y Paz